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Historia

La Historia de Salinas de Añana es la historia de la sal, condimento y conservante importantísimo en la historia, en torno al cual giraba todo el desarrollo del municipio en la Edad Media

Aunque su origen puede remontarse como mínimo a la época de los Romanos, o incluso antes. Salinas y su actividad salinera se encuentran documentadas por primera vez en el año 822, concretamente el 18 de noviembre de ese año. Siendo Rey de Asturias Alfonso II el Casto, el Abad Vito, cuya procedencia se desconoce, fundó el monasterio de San Román de Tovillas, en un lugar próximo a Valpuesta.

A partir del 822 otras propiedades del Abad pasan a formar parte del dominio del monasterio, a cuyo patrimonio se añaden, por su voluntad, entre otras cosas, 23 eras de sal de Salinas de Añana, con su pozo y los derechos correspondientes para utilizar el agua salada.

La sal fue antaño, de gran valor, estando considerada el oro blanco de la humanidad. A su alrededor se crearon verdaderos imperios coloniales dominados por clanes, unas veces eran religiosos, en otras ocasiones reales y en la mayoría de los casos, dominados por familias feudales.

Esto hizo que Salinas de Añana, en esos tiempos pretéritos, fuese considerada un gran lugar, citado ya en los documentos más antiguos de los que se dispone para poder estudiar la historia alavesa. Así nos encontramos con que en el año 932 había en salinas en poder del Monasterio de San Felices, en el 942 es el de San Millán el que figura con posesiones, y así un largo etcétera. No es extraño, de esta manera, que los reyes de la época fijasen su mirada en esta zona. Alfonso I de Navarra y Aragón le concede en 1126, unos viejos fueros que posteriormente confirmaría Alfonso VII el emperador, un DOCE DE ENERO DE MIL CIENTO CUARENTA (1140). No obstante, y como ya hemos comentado anteriormente, ya existe constancia escrita de la existencia de Salinas y de su actividad en el año 822. Con la entrega de los fueros, Salinas de Añana alcanza la mayoría de edad, y se convierte en la primera Villa de Alava.

El municipio de Añana está situado a 30 km al oeste de Vitoria, con 21,92 km² y 176 habitantes. El municipio está compuesto por dos pueblos, Atiega y Salinas de Añana, que es su capital y principal núcleo de población. Atiega forma un concejo regido por una junta administrativa y dotado de cierta autonomía interna, mientras que Salinas de Añana es administrado directamente por el municipio. Salinas de Añana es famoso por su explotación de sal, hoy abandonada, pero en proceso de restauración.

Salinas de Añana es el principal núcleo de población y capital del municipio de Añana. Salinas de Añana posee manantiales de agua salada que forman el río Muera, debidos a que los cursos subterráneos de agua atraviesan sedimentos de sal antes de salir a la superficie y cuya explotación está documentada desde el año 822. Las salinas del Valle salado junto con las de Poza de la Sal han sido las más importantes de toda la Península Ibérica. En la Edad Media las Salinas de Añana florecieron con el mercadeo de la sal, siendo fundada la población en 1126 por Alfonso I y constituyéndose en la villa más antigua de Álava por los fueros otorgados en 1140 por Alfonso VI de Castilla. Las salinas están abandonadas desde mediados del siglo XX y sus maderas se degradaron rápidamente. Sin embargo recientemente se declaron Monumento histórico y ahora están en proceso de restauración debido a su valor etnográfico y turístico. Otros monumentos destacables de la localidad son el convento de Comendadoras de San Juan de Acre de origen templario, la iglesia de Santa María de Villacones (siglos XIII al XV), la medieval Casa Palaciega de los Ozpinas y el barroco Palacio de los Herrán (siglo XVII).

La historia de Salinas de Añana es la historia de la sal, condimento y conservante de gran importancia a través de los tiempos, en torno al cual giraba todo el desarrollo del municipio en la Edad Media. Sus manantiales de agua salada y la actividad de la sal aparece documentada ya en el año 822, poco antes de que los árabes la ocuparan en el 865.

En el año 1.126 Alfonso I el batallador mandó poblar Salinas en el término en el que hoy se encuentra, convirtiéndola en la villa más antigua de Álava que recibió su fuero en 1.140 de manos de Alfonso VI. Dicho fuero tenía carácter económico, lo que fomentó la producción y mercado de la sal, haciendo a Salinas una de las villas más codiciadas del norte de la península.

Su paisaje está totalmente caracterizado por las eras de sal, sencillas plataformas sostenidas por pilares de madera y muros de piedra y ordenadas en grupos o granjas, cada uno de los cuales cuenta con uno o dos depósitos (terrazos) donde se guarda la sal obtenida. La extracción de la sal se realiza por evaporación de las aguas del río Muera, las cuales son canalizadas hacia las eras aprovechando el desnivel del terreno

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En la actualidad se ha comenzado a restaurar el complejo de las salinas dado el estado de deterioro en el que se encontraba desde el abandono de la actividad salinera. Además de recorrer la localidad podemos visitar el convento de Comendadoras de San Juan de Acre y la iglesia de Santa María de Villacones que conserva algunos elementos del s. XIII aunque el edificio actual es de finales del XV y principios del XVI. La Casa Palaciega de los Ozpinas, mantiene su carácter medieval y el Palacio de los Herrán situado en la parte más alta de la calle La Carrera es un ejemplo barroco mandado construir a finales del s. XVII.

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